dimecres, 21 de novembre del 2007

¿Puede el psicoanálisis ser políticamente correcto?


1.Psicoanálisis y sociedad.

La relación del psicoanálisis con la sociedad en la que analistas habitan y operan es estructuralmente conflictiva. Su naturaleza intrínsecamente cuestionadora, su vocación por poner en duda certidumbres y el constante apuntar a la falta cada vez que el narcisismo cristaliza, hacen que sus vínculos con el discurso dominante sean siempre tensos e impiden que el psicoanálisis sea aceptado por los portavoces de dicho discurso.
Cuando el psicoanálisis ha adquirido el carácter de corriente predominante en el pensamiento oficial, más que aceptado ha sido fagocitado, ya que ha sido al precio de una renuncia a los principios básicos que constituyen su núcleo ético, a saber su carácter subversivo, su naturaleza cuestionadora: lo más cortante su filo en tanto herramienta conceptual.
Así sucedió en USA, en las décadas de los 40 y de los 50. El psicoanálisis fue plenamente aceptado por la psiquiatría oficial, en la forma de Ego Psychology, porque era congruente (en sus objetivos adaptativos) con la apuesta por el “American way of life” de una medicina al servicio de la consolidación de un sistema.
Aún quedan muchas huellas de ese psicoanálisis en los tratados americanos de psiquiatría actuales basados en el sistema de clasificación de la American Psichiatric Asociation (DSMIV) - el Talbott, por ejemplo - de extenso uso en todo el planeta. Esas huellas no señalan una apertura de dichos sistemas clasificatorios a los principios del psicoanálisis, sino que al contrario, enseñan como algunos conceptos extraídos de esa particular manera de entenderlo (la Ego Psychology) han sido convertidos en una herramienta conceptual más de la línea que objetivante del sujeto.
En su intento de adaptarse, en su deseo de ser aceptado por la medicina oficial, el psicoanálisis acabó formando parte del arsenal teórico de una psiquiatría objetivante - véase “medicina basada en la evidencia”, y aplíquese a lo psíquico - y pretendidamente ateórica.

2.El Discurso Médico.

En gran medida la imagen que la sociedad tiene de nuestra práctica depende de la que le ofrece el “Discurso Médico”, cuya manifestación más clara es, por el territorio que comparte con nuestra práctica, el de la psiquiatría oficial. Es erróneo confundir dicho discurso con las personas de los médicos, ya que éstos - si bien son sus agentes – son también sus primeras víctimas.
El Discurso Médico es un instrumento de dominio de carácter ideológico, que no sirve a médicos y pacientes, sino a un sistema que apunta a su propia perpetuación. En esa perspectiva, objetiva no solo enfermedades, síntomas y signos, sino también a médicos y pacientes.
En función de sus particulares “criterios de productividad” promueve, por ejemplo, que los médicos dispongan de un promedio de cuatro minutos por paciente para pasar consulta en la atención primaria.
Los médicos no se identifican necesariamente con ese discurso. Hay ya un movimiento que responde a lemas como “queremos volver a ser médicos” o “diez minutos por paciente” que da curso a su disconformidad.

3.El problema de las resistencias

De la misma manera que puede confundirse ese tipo particular de Discurso Médico con los sujetos que son su correa de transmisión y aún sus víctimas, también puede confundirse al psicoanálisis con un tipo particular de estilo discursivo de cierto psicoanálisis. Por ejemplo, cuando un psicoanalista se presenta pretendiendo ser portavoz de un Saber absoluto, cerrado e incuestionable, y atribuye cualquier crítica que se le formula a las ya célebres resistencias al psicoanálisis.
Si el psicoanálisis se mantiene afilado, no cabe la menor duda de que generará resistencias allí donde sea aplicado. En cierto sentido, más resistencia cuanto mejor se aplique. De la misma manera que en la clínica, y como Freud lo demostrara en sus escritos técnicos, es al aproximarse al núcleo reprimido - patógeno, decía Freud - cuando la resistencia se pone de manifiesto, y su fuerza inversamente proporcional a la distancia de ese núcleo: cuanto más cerca, mayor es la resistencia. Es lógico: cuando cuestiona los criterios economicistas, cuando se opone a la objetivación de los sujetos que el discurso médico propone, o cuando apunta a la división de un sujeto unificado imaginariamente por dicha objetivación (sea el paciente, sea el médico) el psicoanálisis despierta resistencias.
Pero, como en cada cura, los analistas operamos. Pensar que la imagen negativa que del psicoanálisis tiene la sociedad, la cultura o la medicina se debe a las resistencias que genera en los potenciales interlocutores es lavarse las manos, y confundir el análisis de las resistencias con un pulso con el paciente para que renuncie a ellas es un grave error técnico. ¿Qué lo justifica, entonces, en lo que hace a la incidencia del psicoanálisis en la sociedad?
El doctor Julio Vallejo, autor de uno de los manuales de mayor circulación en nuestro medio de “Introducción a la psicopatología y la psiquiatría”, dedica el segundo capítulo de dicha obra a revisar las distintas escuelas y corrientes de pensamiento dentro de la psiquiatría, y al psicoanálisis entre otras (página 29).
Sintetiza, al final del correspondiente apartado, las críticas que “con mayor o menor razón” - son sus palabras - han incidido sobre el modelo psicodinámico, después de formular sus principios (como lo hace respecto a las demás corrientes). Aunque algunas de estas críticas son ya muy conocidas, me parece útil presentar la lista:

Para seguir leyendo, pulsar aquí: ¿Puede el psicoanálisis ser políticamente correcto?

Leer el artículo completo.

Mario Polanuer

dijous, 15 de novembre del 2007

De Felicidades Reales o Fingidas


Estos días he visto otra vez cómo, cerca de mí, una adolescente que necesitaba, que pedía a gritos una escucha, un espacio donde preguntar(se), era conducida a la consulta de un psiquiatra de mi barrio (todos parecen estar por aquí, los buenos y los malos), que la tranquilizó diciéndole que lo suyo era un problema fisiológico, que se curaba con química, y acto seguido le recetó (sin duda ese profesional, además de los 300 euros que les cobró por la consulta, será premiado por los laboratorios) un símil del prozac y diazepam para las "crisis".

No he podido evitar que ese hecho me recordase viejas historias más tristes (y también otras que acabaron bien), ni que me preocupase cómo ese hecho afectaba a otros cercanos. Yo sé que soy radical y no puedo evitarlo. He visto demasiado encarnizamiento, he visto destruir o destruirse a alguien a base de intentar apagar, aparcar, negar, desviar el dolor con química, sin preguntar/se. Y en cambio, he visto rehacerse, reconstruirse a otros creando un espacio donde interrogarse, escucharse, repensarse.

El otro día me mandaron un artículo de La Vanguardia que decía:
,-La Secretaria de Estado para la Salud británica ha aprobado un plan masivo para que puedan acceder a la terapia psicológica más de 900.000 personas afectadas por problemas de ansiedad y depresión. Se ha comprobado científicamente que son tan eficaces como los fármacos y que los deben complementar. El plan ahorra 17 billones de euros en costos por bajas médicas, desempleo, y costo asistencial, y su costo va a llegar a los 245 millones, por lo que la propuesta no es sólo viable, sino un ahorro presupuestario, a la vez inteligente y sensible a las necesidades de la población. La decisión no es fruto de presiones realizadas por el colegio de psicólogos sino que se ha tomado después de que el prestigioso economista Lord Layard, profesor de la London School of Economics, elaborara un informe en el que se afirma que la salud mental es "el factor más importante con respecto a la miseria humana en este país... y debería ser una prioridad del gobierno". Según este informe, redactado hace más de dos años, los problemas de salud mental afectan al menos a 1 de cada 6 personas en algún momento, y si 900.000 personas recibieran atención psicoterapéutica se daría una reducción estimada en 25.000 personas en situación de desempleo, baja laboral o por discapacidad. Cada una de estas personas cuesta a las arcas del tesoro británico más de mil euros. Los beneficios de esta medida van a financiar con creces su costo, dice Layard, hasta hace poco asesor económico de Gordon Brown y del gobierno ruso. Y añade, el problema tiene solución porque las terapias psicológicas han mostrado empíricamente su eficacia para estos problemas, tal comoreconoce el Instituto Nacional británico de Salud para la Excelencia clínica, de acuerdo con sus rigurosos criterios. La situación no es nada diferente en nuestro país, y aun sin contar con un estudio macroeconómico, sabemos que cerca del 15% de la población adulta (y cerca de un 3% de la infantil) sufre problemas de salud mental (Encuesta Nacional de Salud, Ministerio de Sanidad,2006). Los costos en bienestar personal, familiar y social son enormes. Pero quizás lo único que puedan escuchar los responsables de los presupuestos gubernamentales sean los argumentos economicistas. Que tomen buena nota de los ingleses y harán un gran favor a la economía del país, y lo que es más importante, a la salud de los ciudadanos. Y por una vez, una cosa puede no ir en detrimento de la otra, sólo falta inteligencia, visión política y valentía para llevarlo a cabo. ¿Dispondrán nuestros dirigentes de tan preciadas cualidades?

Que cada cual piense lo que quiera. Lo mismo serviría para otras obsesiones mías. También en política, también contra el terrorismo, también para la memoria histórica: Hablar en vez de callar, pensar en vez de adormecerse, dialogar en vez de limitarse a mandar a la policía. Intentar entender y observar, analizar con pinzas: aunque duela un poco la herida, se airea, se limpia, se cura, cicatriza... aunque siga doliendo en los cambios de estación, ya no supura, ni hiede, ni pudre y gangrena el resto. Se la puede mirar, no es peligrosa como antes. La química, como la policía contra el terrorismo, puede servir en momentos de emergencia, pero no sustituir la escucha y el diálogo. Yo he visto personas convertidas en zombis gracias a la química, y he visto otras que funcionan, pero sin poder dejar sus fármacos, sometidas a sus efectos secundarios, deformados sus cuerpos y medio muerta su líbido, debilitados -convencidos de que no tienen recursos para soportar el dolor y superarlo- y con el problema a cuestas, cada vez más viejo e insidioso, con su estela de tristeza, sin resolverse ni airearse ni entenderse, condenados a repetir patrones dolorosos sin poder siquiera darse cuenta.

El otro día leí una reseña absurda contra el número 30 de la revista La Règle du jeu, dirigida por el sorprendente BHL, dedicada a defender el psicoanálisis frente a la última y siempre furiosa oleada de adversarios, y donde recogía testimonios de escritores, actores, intelectuales franceses reconocidos y agradecidos a la práctica freudiana y lacaniana, que les ayudó a (re)construirse y a escribir y a vivir en el mundo. El reseñista decía que, a pesar de su admiración por esos intelectuales, actores, políticos, escritores, ¿cómo podía prestigiar al psicoanálisis saber que había ayudado a gente inteligente y valiosa? Oh no, ¡sólo valdrían las estadísticas! Pero claro, pensé yo, la posición de alguien que valora los métodos estadísticos para registrar el sufrimiento mental o la mejora en la calidad de vida es bastante alejada del psicoanálisis. Medir el dolor, el sufrimiento, la curación en números generales, y no comparando a cada uno consigo mismo. Y ahora veo en ese artículo que las estadísticas y los números de los economistas también están de acuerdo en que la salud mental mejora con las terapias y el psicoanálisis.
A los que estamos cerca del análisis, me dijo alguien el otro día, nos cuesta entender que alguien prefiera tomar pastillas o darlas a sus hijos antes que hablar de las cosas en una consulta. Ese dolor generalizado, obstinado en perpetuarse e intentar enterrarse antes que enfrentarse con valor a cualquier verdad, nos rodea sobre todo en un país como éste, donde el silencio, la evasión, la negación han sustituido históricamente a la reflexión, la historia, la filosofía, como señalaba María Zambrano. Nada es casualidad. Nuestros vecinos franceses debaten, discuten, reflexionan, teorizan y nosotros tratamos de olvidar(nos)...

Yo misma sólo puedo asociar y agradecer al espacio psicoanalítico mi extraña felicidad inquieta y sembrada de puntos dolorosos, donde lo esperanzado macera con el asombro, esa vida de andariego pensante y/o rumiante, los interrogantes, la placidez, la desesperación y los arranques aventureros, el miedo y las tristezas viejas, todo arrollado en un torbellino vital y energético y las visiones burlonas de mi mismidad, en constante transformación, perplejidad y pensamiento, todo mijote, todo cuece en la misma cazuela analítica de mi lenta escritura a trompicones, salvada de mi pasado a base de integrarlo, de acogerlo, casi de acunarlo, invitando a mis demonios a comer.

Y hablando de comer, ayer olvidé contar una cosa. Tengo una amiga que detesta las patatas en cualquiera de sus formas, así como la sopa. Tampoco le interesa lo dulce. Yo, que observo con admirada envidia su sobriedad, identifico su rechazo de esos azúcares e hidratos de carbono con su independencia y su distancia de las emociones. Seguramente es una de mis fantasías, pero no puedo evitarlo.
Isabel Nuñez

dimecres, 14 de novembre del 2007

Agujeros y drogas varias


Estimada Daniela,

Me parece bien la idea y me gustaría, como ya intenté en mi añadido a tu reflexión, que no sólo fuera critica de los demás sino reflexiones sobre lo que no hacemos bien nosotros mismos,

Me desagradaría y además sería inoperante, a mi juicio, que quedase en cuestionar sin ofrecer alternativas.

Y eso no es fácil en el discurso analítico ya que no tiene respuestas universales. Incluso las respuestas "generales" (en el sentido de Peirce) nos colocan siempre en el límite de nuestro discurso.

Me explico un poco más. Cuando dialogamos con los discursos que se basan en el del Amo (o Maestro) más el Universitario, que son fundantes uno y dominante el otro, es muy difícil no responderle desde el mismo tipo de discurso. Y eso porque nosotros nos movemos con el discurso Histérico, como condición de la clínica, y el discurso Analítico como sostenedor de nuestro trabajo.

Es una pregunta que me he hecho muchas veces. ¿Como hacerlo desde nuestros dos discursos y no desde los otros? En el plano de doctrina algo he aportado a ello pero en la intervención en "Lo social o político" no tengo idea de como hacerlo sin que el resultado sea peor que la no intervención.

Muchas veces he escuchado intervenciones bien fundadas de colegas prestigiosos, pero el efecto producido es "leído" desde dicho Social como una intervención de "Antropología Trasnochada". Algo así como le pasó a Freud con "Tótem y tabú"

Una pequeña respuesta que me he dado a veces es que hay que "pinchar" un poquito la subjetividad actual. Y cuando digo pinchar no me refiero a "interpretarla", que no suele servir de nada. Sino que voy en la línea de mantener algo abierto, marcar algunos imposibles que los ideales se empeñan en sostener, y como tú muy bien marcabas, la cuestión de la falta.

Si clínicamente el mantenerla abierta tiene ese efecto pacificador y relanzador del deseo, ¿cómo hacerlo en lo social cuando los otros dos discursos, a los que hacía mención, son como una apisonadora en su afán de suturar dicho Universo de la falta? Y sobretodo aportando objetos taponadores por no estar pasados por ella.

Un caso que me explicaron ayer es ilustrativo, una muchacha de 27 años, hija de médicos, viene tomando un antidepresivo desde los 15 años porque tiene angustia. Su pareja, que es quien me lo relata, me indica que son sus padres los que se los suministran, ni un Psiquiatra intervine ahí. Evidentemente la chica se toma por su cuenta cocaína y anfetaminas a go gó. Y cuando él le indica que vaya a terapia ella se queda sorprendida porque eso "no sirve para nada". Obviando que este muchacho siempre desea "salvar mujeres", lo que sí pudo escuchar es esa irresponsabilidad a la que hacía mención en mi anterior correo.

Es verdad que podríamos llevar incluso a los juzgados a estos kamicazes de progenitores, pero lo importante, mas allá del caso, que no está bajo nuestra responsabilidad (al menos de momento), es ¿cómo hacemos un agujero ahí que sirva para que al menos otros progenitores, menos salvajes, dejen un pequeño espacio al deseo de sus hijos y no gocen tanto de ellos? Que se castren un poquito estos progenitores, la mayoría de nuestra generación, que con la excusa bienpensante y políticamente correcta de los Ideales de la Educación para todos y la felicidad y el bien, gozan de los hijos muchísimo más que aquellos que tal vez los dejaban un poco en la estacada de la vida y las cosas no iban tan mal. El mundo se ha construido alrededor del deseo creado por dicho Universo de la falta. Ese goce es el que se vuelve muy mortífero y es el que desean aplacar por la vía de la intervención en lo real del cuerpo. Es decir, por la vía de aplacar al organismo que hay bajo el narcisismo. ¿Y qué vemos? que el goce (pulsión freudiana) sigue haciendo estragos. Esperemos que en este caso no intervenga otro y meta neurolépticos para domesticarla.

Carlos Bermejo

El psicoanálisis y la vida



Al hilo de lo que se plantea, pienso que los psicoanalistas, el psicoanálisis, "tiene" que decir. Freud irrumpió con sus trabajos en su época. ¿Y fue útil? Fundamental.

Ser psicoanalista no pienso que sea exclusivamente esa escucha activa tras el diván. Pienso que podemos aportar nuestra lectura particular de los acontecimientos que nos rodean.

Cuantos psicoanalistas trabajamos en educación, en salud mental, en servicios comunitarios.... y no dejamos de ser psicaoanalistas, no dejamos de escuchar y elaborar actuaciones ajustándonos en lo posible a lo psicoanalítico.

Todo esto es muy discutible, el psicoanálisis desde una institución... pero lo que pretendo plantear es que SI tenemos que decir en esta sociedad. ¿Acaso el psicoanálisis no tiene nada que decir en educación?. Si resulta que los tratamientos resuelven y eso favorece el aprendizaje. Podemos por lo tanto hablar de educación, o del exceso de medicación, o de los malos tratos...

Un saludo.

Cándido Sánchez.
Granada.

dimarts, 13 de novembre del 2007

Cuestiones éticas del psicoanálisis


DE DANIELA A ISABEL

Querida Isabel Nuñez,

Los psicoanalistas somos profesionales que ejercen su ética en la consulta propia y brillan por su ausencia en los medios públicos. Quizas por eso invitamos a los escritores para que puedan decirlo mejor.

Curiosa profesion la nuestra, dónde uno profesa su falta y la asume hasta sus últimas consecuencias. Curiosa y molesta profesión la del psicoanalista en tiempos totalitarios.

Y sin embargo, comparto tu acicate Isabel, el psicoanalista puede, incluso debe, decir algo de su experiencia y de su saber para poner un limite al desorden y al desvarío, por lo menos intentarlo, un limite al desbordamiento general de una hemoragia que nos deshumaniza a marchas forzadas.

La banalidad del mal, nuevamente, Hanna Arendt lo decía en su dia acerca del Nazismo y tuvo que soportar duras críticas por ello. La banalidad del mal, esta es la lógica que predomina hoy. A saber: si el mandato psiquiátrico dictamina la receta infantil hay que acatarlo, sin más.

Porqué les vamos a quitar a nuestros niños aquello que toman sus padres, que toma regularmente media humanidad de adultos, como droga de la felicidad.

¿Ademas, qué les vamos a dar a cambio?
Adjunto un parrafo de un trabajo mio, publicado:

"Para algunas terapias el sujeto no existe. Existe el mandato del "traga y calla". No hay Historia, no hay memoria que situe al sujeto en sus vínculos y en sus coordenadas simbólicas. ¿Cuál es su inscripción? Ninguna. Se actua sobre un sujeto anónimo, sobre su cuerpo que deviene un saco que se llena o se vacía. Reducir a los pacientes a una ecuación biológca y tratarlos como tales es decapitarlos, literalmente.

Es un acto de violencia en la infancia y en la adultez tambien. Cuando esto es concebido así, cuando una madre o un médico contemplan la cuestion como un "traga y calla", no duden que allí está la clave de esta patología y de su gravedad y cronificación, puesto que atenta a la esencia misma del ser hablante. Refleja asimismo, una concepción muy concreta del sujeto que es colocado en un lugar de objeto pasivo del Otro.

Hay tratamientos que apuntan a la segregación del Mal. Si el fármaco puede reducirlo es porque está siempre fuera del sujeto que lo padece y hay que liquidarlo. No hay introspección ni autocrítica. El sujeto deviene un ser infantil e irresponsable, una victima inocente que no podrá tomar partido en su cura, o en su vida.

Nuestro trabajo como analistas apunta sobre todo a contrarrestar y subjetivar este empuje generalizado y paranoide que pretende siempre situar la causa fuera del sujeto. Esta es la apuesta y la ética del psicoanalisis."

Esas cosas las vengo escribiendo desde hace años, muchos colegas tambien lo hacen.
¿Cuál es su alcance?
Cómo introducir un poco de seny en tanto desvarío.
La cretinez galopnte y la aceleracion global hacen su trabajo y quien los detiene, dime tu querida Isabel?
Saludos cordiales

Daniela Aparicio

Resonancias del superyo


PARA ISABEL

He adherido a la plataforma contra la medicalización infantil. Todo un tema que se inscribe en otro, más amplio, que es el exceso de medicalización. También para los adultos. Se "inventan" enfermedades a partir de mediciones que establece la industria farmacéutica -avalada a veces por la OMS- no sólo en los casos que son de nuestra experiencia. También para el parto -transformado en "enfermedad"- basado en protocolos que apuntan hacia la cesárea, en tanto inhiben los procesos con los que la naturaleza facilitaría un parto natural. También en la medicina defensiva que se practica, con exceso de pruebas médicas -total, las paga la mutua o la seguridad social-. Las consecuencias serán graves, sin duda. Y en lo que nos toca como analistas, creo que es importante la denuncia. Cada uno hace, sobre todo, desde su propio lugar. Es por eso que adherí calurosamente a la iniciativa.

Pero creo que todo esto se inscribe en una realidad más amplia todavía ... es el sistema en el que vivimos. Y el sistema, claro, no es otro que el que permitimos que viva. Soy pesimista en relación al éxito de la denuncia de la plataforma, al menos de momento, aunque valoro la enorme importancia de que se haga. Los gobiernos destinan poco presupuesto a la investigación -como a otras cuestiones sociales- y ésta queda en manos de la poderosa industria farmacéutica. Ella es quien "establece" las enfermedades, los medicamentos, los bárbaros experimentos que realizan en países pobres, impunes ante la justicia. Ella es quien, como en el caso del Viox, cambia el prospecto en el 2001 y sigue con las ventas, a sabiendas de los efectos secundarios que producen, hasta que, seguramente a partir de cálculos muy estudiados, les resulta menos rentable la producción que las demandas que reciben. Lo retiran en el 2004. Es la industria farmacéutica la que sustenta económicamente muchas de las las asociaciones de pacientes y grupos de defensa del paciente. Actúan "pacientemente". Y algunas de esas asociaciones se transforman en abanderadas del reconocimiento de la enfermedad, antes que de la curación posible. Tomando sus medicinas, claro... Así sucede con la fibromialgia o la fatiga crónica, ya enunciadas por Freud como neurastenia. Hoy se medican y quedan sin solución aparente, enajenadas al paliativo del calmante.

Es el sistema el que no promueve la asistencia psicológica en la sanidad pública. No es rentable, si se compara con un aparato de tomografía computada, tan solicitado. Hasta que aparece un economista, nada menos, como lord Layard, en Gran Bretaña, que hace cálculos y advierte que la cuestión del gasto en medicamentos se está pasando. ¿Por qué un economista es quien apoya la atención psicológica? Verdad es que nosotros no hacemos demasiado, poco decimos...

Pero todo ésto, a su vez, forma parte de un sistema económico que se revela cada vez más como obsceno y feroz -resonancias del superyo- Es necesario tomar la palabra, por lo que felicito la creación de la plataforma, pero creo que es importante saber que las cuestiones que nos preocupan no están aisladas de un contexto mucho más amplio. Incluso de aquellas terribles realidades de las que procuramos sentirnos muy lejos.
Marta Rodrigo

Intrusión



Yo sigo insistiendo en que todas estas reflexiones (¡de un interés indudable!) deberían estar en el blog de Xoroi. En Francia, los psicoanalistas están incorporados a cualquier debate, se pide su opinión para cualquier tema, incluso en el Elle francés incluyen los gabinetes y consultas de los psicoanalistas como espacios de decoración donde la atmósfera puede tener significados. Ya sé que este último es un ejemplo banal, pero sirve como indicio de la presencia de los psicoanalistas en todas las esferas de la vida. Aquí deberían irse incorporando, aunque sea a la fuerza! O esforzadamente. Yo creo que la sensación de derrota y de estar al margen o ser casi invisibles influye también, no sólo el que todo el mundo esté muy ocupado como para además intentar influir en la prensa.
Estoy segura de que la opinión o la escucha o la observación que ustedes hagan de lo que ocurre en el mundo, como en este tema de la medicalización de la sociedad, con repercusiones tan huxleyanas y orwellianas de adormecimiento, acriticismo, además de la voracidad de un mercado sin escrúpulos que hace de los políticos (y de los médicos) sus siervos, interesará a mucha gente. Y aunque haya corporativismo y censura, siempre quedan espacios periodísticos donde filtrarse.
Internet y los blogs son uno de ellos. Hay periodistas de televisiones y radios ocupados en leer los blogs, por ejemplo. A mí me han llamado varias veces porque han encontrado en google que hablaba de tal o cual tema.
No creo que haya que desdeñarlo.
Y difundir esa mentalidad crítica o esa mirada otra hace bien a quienes la leen pero también a quienes la difunden, ¿no creen?
En fin, yo sigo con mi aportación intrusa a esta lista...

Isabel Núñez

El debate



La difusión, a través de la lista de correos de Amigos de Xoroi, del manifiesto de la PLATAFORMA CONTRA LA MEDICALIZACIÓN DE LA INFANCIA generó un intenso debate mediante diversos mensajes de miembros de la Lista de Correos. Algunos de estos mensajes -por su interés- los reproducimos aquí.

CONTRA EL PROZAC Y LA MEDICALIZACIÓN DE LA INFANCIA


"A raíz de un dictamen favorable de EMEA (Agencia Europea del Medicamento) para la utilización del PROZAC (fluoxetina) en niños solicitado por su fabricante los laboratorios Lilly, y vistas las reacciones adversas sobre las que el prospecto del propio laboratorio advierte, constituí mediante convocatoria por correos electrónicos una PLATAFORMA CONTRA LA MEDICALIZACION DE LA INFANCIA y reunidas suficientes firmas me dirigí al Presidente de la Comisión Europea Don Jose Manuel Durao Barroso solicitándole que no avalara con su firma el dictamen de EMEA.

Al no recibir acuse de recibo ni respuesta reiteré el texto, hasta que a la 5ª reiteración recibi una respuesta que le había sido encomendada no a los responsables de Salud Pública y Defensa del Consumidor sino a Don Martin Terberger, Jefe de Unidad de Productos farmaceuticos de la Dirección General de Empresa e Industria, lo cual me pareció el colmo de lo descarado.

De todo esto dí cuenta al entonces Presidente del Parlamento Europeo Don Josep Borrell que dió curso oficial a mi queja sobre falta de TRANSPARENCIA EN LA COMISION EUROPEA.

Con fecha 25.10.07 he recibido correo de Alina Vasile, Secretaria del Comité de Peticiones del Parlamento Europeo que me informa que la Comisión se reune el 22.11.07 a las 17 horas para considerar el informe de la Comisión Europea y mi solicitud. A mi requerimiento me informa que puedo hacerme presente y hacer un alegato de solo 5´ lo cual me parece poco tiempo. De todas maneras el 22 de noviembre próximo estaré en Bruselas en la reunión de la Comisión para hacer oir mi oposición, y la de todos los firmantes de la PLATAFORMA CONTRA LA MEDICALIZACION DE LA INFANCIA, a la administración de Prozac a los niños.

Adjunto a la presente el alegato que he redactado y que debo enviar previamente a la Comisión para que sea traducido a los idiomas comunitarios.

Si lo deseas, puedes hacernos llegar tu adhesión enviándonos un e.mail (filium@arrakis.es) que incluya nombres y apellidos completos, actividad o profesión, ciudad y país y número de documento de identidad. Los psicoanalistas médicos han sido incluídos en el listado de médicos por el especial peso que estos tienen en relación a la temática de la cual se trata.

Si posees información acerca de investigaciones que no estén incluídas en el alegato te agradeceré nos las hagas llegar, así como cualquier otra sugerencia, observación o corrección.

Cordialmente,

Juan Pundik
filium@arrakis.es
Asura 95
28043 Madrid