dijous, 11 de setembre del 2008

UMBRAL ¿ENTRE QUÉ Y QUÉ? por : Laura Kait


Imagen: gotas de lluvia









Así presentábamos Umbral, Red de asistencia “psi” hace poco más de cinco años:

“Las profesionales que crean esta red son conscientes de que la atención "psi" en nuestra comunidad adolece de serias dificultades. La red pública de atención gratuita tiene una demanda desbordada que hace imposible una atención con la frecuencia adecuada a cada caso clínico. La atención privada se transforma en un privilegio para aquellos que puedan pagarla. El circuito de RED, pone en contacto a aquél que lo necesita con el profesional adecuado, permitiendo que ninguna demanda quede sin recepción por causas económicas.

UMBRAL se propone como una red solidaria y sin fines de lucro adaptando honorarios posibles a cada sujeto o institución que solicite sus servicios.

La angustia, la soledad, la inadaptación, los conflictos con los otros, las dependencias, el desamparo, la falta de amor, la violencia, las dificultades con el saber y con saber hacer, son algunas de las problemáticas dolorosas con las que todo sujeto se enfrenta en diversos momentos de una vida sin poder de resolución y es ahí donde un profesional que sepa escuchar este sufrimiento psíquico puede intervenir para proponer una cura”.

Así, aún hoy estos párrafos son los primeros del tríptico de difusión y del inicio de nuestra página web . Y cinco años después siguen teniendo consistencia para quienes participamos de este proyecto solidario.
Ha pasado un buen tiempo desde esta reunión de psicoanalistas entre sí y con otros profesionales que nos permite pensar sobre la experiencia y sus efectos.
¿En qué se origina, entonces, esta propuesta? Podemos hablar de tres causas diferentes que se entrelazan y convergen en un momento y en personas determinadas.
1- La atención en la red pública.
He trabajado durante ocho años en una residencia maternal dependiente de DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia). Las pacientes atendidas eran embarazada o madres adolescentes y mientras estaban en la residencia las atendía dos veces por semana. Al cumplir los 18 años habían de dejar la institución y con ello sus tratamientos quedaban interrumpidos porque el circuito de derivación era prácticamente nulo. Si las enviaba a centros públicos, se perdían, porque la atención es mensual o quincenal con mucha suerte. Una cura que se proponga con una visita mensual (excepción hecha a los controles de medicación) no sirve. Es una ficción de tratamiento. Posiblemente le sirva a la Administración para juntar porcentajes que se suponen evalúan rendimiento en cuanto a cantidad de pacientes recibidos.
Otra posibilidad de atención en los servicios públicos es el psiquiátrico. Con demasiado poco tiempo para atender, las visitas en la red pública se planifican cada siete minutos, por la tanto sin tiempo para escuchar. El resultado es mucho paciente medicado y los profesionales de la salud transformados, incluso a pesar de las mejores intenciones, en agentes de ventas de las multinacionales llamadas laboratorios farmacológicos. Con este sistema se ha creado una clínica paradójica donde se transforma a los pacientes en consumidores de medicamentos. Consideramos, por supuesto, que hay pacientes que necesitan medicación por la gravedad de su sufrimiento o estructura clínica, casos en los que es indicado un trabajo entre -atravesando umbrales- médicos, analistas, terapeutas de familia, etc. Éste no es más que un sueño de algunos profesionales que trabajan en la red pública porque no hay, se dice, ni dinero ni tiempo para sostenerlo. Así, nos encontramos ante una medicina reglada por los éxitos del discurso capitalista que rige la contemporaneidad con el valor que la preside: el consumo.
El discurso que el psicoanálisis propone, va por la senda opuesta al consumo, su teoría enuncia que los sujetos se sostienen en la falta de objeto que permite actuar al deseo. Su ética apunta a sostener el tiempo que haga falta este tratamiento por la palabra de claros éxitos en sus curas que, también por ciertas reglas del mercado, ha acabado siendo privilegio de aquellos que pueden pagarlo. También pensamos que la gratuidad descalifica al tratamiento con la subjetividad, que exige del sujeto compromiso y deseo de curarse. Lo que se paga con dinero suele ser barato. Caro es pagar con la “libra de carne”, con padecimiento, dolor o síntomas.
2- La migración
Como efecto del llamado “corralito” en Argentina, a partir de 2002 llegó una nueva oleada migratoria con características muy distintas a aquellos que nos fuimos durante la dictadura militar. Llegaron por un rato, con ganas de trabajar y juntar dinero rápido para poder volver. Gente que no quería vivir aquí, añorando aquello mismo que los expulsó y criticando lo que los rodeaba, a la vez que denostando una segregante Ley de Extranjería que cada vez pone más dificultades al extranjero, a la vez que le es necesario para los trabajos que los locales rechazan. Mucha gente muy joven sin formación o, peor aún, con excelentes formaciones sin ningún reconocimiento aquí, que comenzaron a trabajar de camareros, recepcionistas, dependientes en tiendas, en limpieza... Gente buscándose la vida y con pocos recursos. Gente dolida y golpeada. Familias enteras melancolizadas o ante un duelo durísimo. Gente usuaria de psicoanálisis con enormes dificultades económicas.
3- La reunión de los psicoanalistas
Luego de una larguísima experiencia en instituciones psicoanalíticas, las ganas de poder estar en un espacio que permitiese otro tipo de reunión de los profesionales. Una asociación donde se diese lugar al deseo de los participantes y no un lugar donde se les diga lo que deben o tienen que hacer. En Umbral, los profesionales pueden proponer sus ideas y llevarlos a la práctica si su proyecto es seguido por otros. Además de la cuestión asistencial, en el origen también estaba la idea de colaborar con la práctica de los jóvenes profesionales en este campo proporcionándoles espacios de supervisión, de estudio, de encuentro de debate... también a honorarios accesibles.
Así, la experiencia solidaria no apunta solamente a lo asistencial, sino que colabora y apoya a los jóvenes profesionales dentro de este campo que exige una formación permanente, muy dura en los inicios:
- Estar en análisis
- Instalarse y pagar un despacho
- Supervisar con mucha asiduidad
- Grupos de estudio
- Institución de pertenencia


Combinados estos tres elementos, cruzados en ese momento determinado y compartidos por las cuatro profesionales que iniciamos este trabajo, hoy me puedo permitir decir que Umbral ha sido una decisión política (en el mejor sentido del término, en lo que hace a la polis). Le dimos estatuto de Asociación sin Fines de Lucro, siguiendo el modelo de una ONG.

En este proceso que hemos recorrido, muchos profesionales se han ido incorporando a la lista de colaboradores para Atención Clínica. Actualmente somos más de ochenta, entre psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas, a los que debemos sumar, sociólogo, ginecóloga, abogado, gestor, logopedas, mediadores, que también colaboran en Umbral para intervenciones hoy llamadas transversales, en otras épocas interdisciplinarias. Mantenemos un Equipo de Derivación, que trabaja con casos que llegan por vía del boca a boca, por información encontrada en la web, por que médicos, educadores o trabajadores sociales los derivan, porque los colegas psicoanalistas envían a sus conocidos…
En una primera entrevista, que intentamos sea única para evitar crear lazos transferenciales importantes, se deriva al paciente al profesional adecuado. Para ello se contempla la demanda, ya se trate de una familia, una pareja, niño, adolescente o adulto. También podemos contemplar lengua en que el paciente quiere hacer su tratamiento (manejamos ocho idiomas en la actualidad) y lugar de residencia dado que hay profesionales en 27 poblaciones de Cataluña y Baleares.

Umbral no dispone de un edificio, la sede en todo caso es la página web y el despacho de cada uno de los profesionales, donde no sólo se realiza la atención clínica sino también las supervisiones tanto individuales como en grupo. Hay un lugar para el seminario, que a partir de este curso es el Pati Llimona y la entrada es libre. Y luego, están las Intervenciones en la Comunidad, que se realizan allí donde la demanda se ha generado: asociaciones, escuelas, centros cívicos, hospital, grupos de familiares de enfermos mentales, sindicato, etc. Estas intervenciones pueden tener distintos objetivos: asistencial o formativo.
Un equipo está trabajando en Acompañamientos Terapéuticos, vinculados a la asistencia a pacientes psicóticos de diversas instituciones de la ciudad.
Este año hemos sido seleccionados para la atención a niños y adolescentes en riesgo, en el barrio de Sant Roc, actividad que coordina el Centre Civic del Raval y que sostiene La Caixa de Pensions. Para esta intervención se constituyó un Equipo Umbral de tres psicoanalistas y una supervisora. Equipo que se va ampliando en la medida que el trabajo clínico aumenta.

El grupo de colaboradores está abierto a aquellos que decidan compartir esta experiencia solidaria. Está formado por profesionales de las más diversas instituciones de Barcelona, lo que es también un objetivo desde la constitución de Umbral, que los psicoanalistas pudiesen reunirse en un buen clima para escucharse, no importa en qué escuela, orientación o asociación se inscriban. También es verdad que algunas veces ha sido necesario aclarar que Umbral no es un espacio de prácticas. A los profesionales que quieren inscribirse, se los escucha en una entrevista de admisión, y se les exige experiencia, tanto en su análisis personal como en su formación teórico clínica. Los casos que recibimos, sobre todo cuando nos derivan de instituciones públicas, son de importante gravedad y es necesario un profesional consistente. Al inscribirse, el profesional decide cuántos y qué tipo de pacientes quiere o puede recibir, y el Equipo de Derivación siempre respetará esta elección. Por otro lado, cualquier profesional de la Red puede participar en el seminario o publicar en la web.

Así, Umbral se ha ido enriqueciendo con las propuestas permanentes de sus profesionales colaboradores. No se trata de una asociación que se mueva con criterios de mayorías y minorías o de amos y seguidores. Se trata de un espacio donde cada profesional puede hacer una propuesta, la Comisión Organizadora la distribuye y si hay colegas que se interesen se arma un dispositivo para llevarlo a cabo. Y es aquél que lo ha propuesto quien habrá de sostener la actividad. Podría pensarse que tal funcionamiento es de alto riesgo y he de decir que no es así, no recibimos propuestas disparatadas, parece ser que si uno se dirige a sujetos responsables, se suele encontrar con respuestas inteligentes. Obviamente no siempre y no todas, por lo que aquellos que no coinciden con este modo de trabajar o no se acercan o vienen y se van.
Me sirve pensar que lo importante es generar un ambiente agradable para que la gente tenga lugar para su palabra, sus ideas, sus deseos como profesionales. Se trata de darle lugar a esa palabra si es una palabra sostenida por un deseo de lugar.

Umbral no sólo es un buen lugar, es un excelente nombre de un lugar. Ese espacio frontera, un borde. Entre los que llegan y los que están, entre lo consciente y lo inconsciente, entre lo social y lo subjetivo, entre la atención pública y la privada. Un lugar para darle lugar al sujeto que padece, decidido a abandonar padecimientos en el cruce de la ignorancia al saber, a través de alguien que podrá escucharlo en su propia palabra. Un acompañamiento a atravesar el umbral entre un antes y un después, entre lo que ha sido y un por-venir.

Laura Kait

Barcelona, agosto 2008

NUEVAS ENTIDADES CLINICAS Por M.L.Soto





No me refiero con este título a un tema frecuentemente abordado en los congresos
de los últimos años en el medio psicoanalítico y que se presenta bajo títulos del tipo
“nuevas formas de presentación de la histeria” o similares.
Ante todo quiero destacar que suele presentarse como un cambio en la presentación
del cuadro (ej. la histeria) y no siempre se define bien el alcance, el ámbito, donde tal
cambio ha tenido lugar. Cuestión que traería aparejada la respuesta a importantes “por
qués”. Si descuidamos estas preguntas puede parecer que el cambio ha sido “global”. Es
decir que estaríamos dando por hecho un fenómeno que por el momento es una propuesta
política y, más allá, quizás una realidad que el orden económico va constituyendo. Pero
que de ningún modo podemos dar por ya realizado y menos aun sus efectos subjetivos.
Además de asumir la prioridad del orden económico, cosa a la que no siempre se está
dispuesto, habría que explicar el “cómo” de ese proceso y, repito, determinar su ámbito;
porque la experiencia clínica nos sigue enfrentando, con gran frecuencia, a las mismas
histerias de siempre (es decir a las magníficamente descritas por Freud).
Los cambios ideológicos habidos en la psiquiatría americana, hace ya más de un par
de décadas, han tenido vastas consecuencias, particularmente la desaparición de la misma
histeria; a fuer de “ateórico” se nos propone (de hecho “impone”) un retorno a una
nosología sintomatológica particularmente propicia para la emergencia de “nuevas”
entidades clínicas. Y es esto lo que propongo de interés para ser abordado por los colegas.
Me refiero a cosas como la “fatiga crónica”, la “fibromialgia”, la “bulimia”, etc. Si las
aceptamos irreflexivamente debido al enfoque nosológico (no menos que a la presión
periodística) podemos, no solo sumarnos, hacernos cómplices de la regresión teórica que
implican, sino al mismo tiempo, dejar que se nos escape de las manos la unidad
estructural de la variedad fenoménica con la que se presentan cuadros ya propuestos por
la psiquiatría clásica y luego redefinidos por el psicoanálisis.
Las consecuencias clínicas no son menos importantes. No sólo para la salud pública,
incapaz de delimitar la realidad del cuadro (se hacen necesarias inspecciones destinadas a
averiguar si el paciente no está “mintiendo”) sino, y mucho más importante, por los
efectos iatrogénicos que estas “propuestas” nosológicas tienen para pacientes que, con
gran frecuencia, llevados por la necesidad de hacerse con una identificación que, sabemos,
no nos es dada “de suyo”, están dispuestos a cualquier precio a ponerse bajo estos
significantes, y más si se presentan bien arropados por “asociaciones” de carácter
reivindicativo (recordad, colegas, el excelente trabajo de Deleuze al respecto). Esto tiene
lugar tanto en la histeria (y la fobia) como en los cuadros “psicopáticos”.
No es mi interés, en este breve recordatorio, desarrollar los temas a los que me
refiero, y los muchos allí implicados, sino poner de relieve su existencia.


M. L. Soto

DOLORES Y FATIGAS - ¿CIENCIA? Por: Maria Àngels Moltó



Foto: Jan Grarup, Denmark

DOLORES Y FATIGAS

Freud y Lacan condujeron el psicoanálisis por las vías de la ciencia, exigiendo
para nuestra materia una formalización y un rigor tales, que permitieran al
psicoanalista escuchar la estructura de la constitución como sujeto del que le habla, el analizante; se trata de que el sujeto pueda llegar a saber las razones de su sufrimiento, y realizar las modificaciones necesarias para poder elaborar sus
síntomas.
Actualmente las proclamas de cientificidad, junto a otras anticientíficas,
proliferan por doquier, hasta el punto de funcionar en muchos casos como un reclamo
comercial: científico es garantía... no se sabe ni de qué; de seriedad podríamos
pensar, pero desde luego no se exige a esa apelación a la ciencia ninguna seriedad –
se puede presentar, con apariencia de cientificidad, un estudio estadístico sobre
una muestra de 253 casos, en el que ni se nombra la desviación tipo, y pretender que
los resultados son válidos.
El realismo ingenuo y el empirismo no se ajustan al rigor científico, por más que
sean muy convincentes porque a lo que si se ajustan es a la doxa, al sentido común
que los “mass media” han sancionado. “Decir que un hecho es un hecho es vedarse la
investigación de una ley -dice Bachelard. Basta después ponerle un nombre de raiz
griega para que un pleonasmo pase por un concepto científico”1.
Como dice Ph. Sollers ya no se trata siquiera del malestar en la cultura, sino de
“la devastación en la incultura”2. El psicoanálisis mantiene los ideales de rigor y
transmisibilidad de la ciencia sin caer en las trampas de la ideología científica
actual.
La misma medicina que hace unos años les decía a los pacientes neuróticos que
no tenían nada, ahora les dice que tienen fibromialgia, fatiga crónica o cualquier
otro diagnóstico,... dados por válidos, que no científicamente validados. Como ahora
el paciente se siente reconocido –en el sentido fuerte: identificado, con eso cree
saber quien es- y reconfortado, defenderá a partir de ahí su síntoma como su vida.
Esta ciencia del empirismo simple, pretendidamente ateórica, -cuando sabemos que no
hay posición ateórica- dejaba fuera al sujeto, y lo sigue dejando fuera; no pasará
mucho tiempo antes de que esas ¿nuevas? formas de la histeria -que sería el
diagnóstico de estructura en muchos casos, que no todos- descubran que reconfortado
no es escuchado, no pasará mucho tiempo antes que esa identificación cristalizada, no dialectizable, vuelva a generar síntomas, ¿para el que se producirá un nuevo
pleonasmo.