dijous, 19 de febrer del 2009

LES DEPRESSIONS, UNA "EPIDÈMIA" ACTUAL?




Butaques de la Sala d'Actes de l'Ateneu barcelonès



LES DEPRESSIONS, UNA "EPIDÈMIA" ACTUAL?


Debats clínics de l'Espai Freud

Una trobada entre psicoanalistes de diferents orientacions teòriques per a debatre la nostra clínica actual des de la psicoanàlisi, significant que ens representa a tots.

Taula rodona amb la intervenció de


CLOTILDE PASCUAL,
metge psiquiatra. Psicoanalista membre de l'Escola de la EPFCL (Escola de Psicoanàlisi dels Foros del Camp Lacanià). Directora d'Estudis d'ACCEP.

JERÓNIMO ERVITI,
psicoanalista. Membre de Gradiva, Associació d'estudis psicoanalítics.

JORDI SALA,
psicòleg clínic i psicoanalista. Membre Titular de la Societat Espanyola de Psicoanàlisi. (International Psychoanalytical Association). Co-editor de la Revista Catalana de Psicoanàlisi.

Coordina:
Daniela Aparicio, psicoanalista.


Data: divendres, 13 de març, a les 19:30 hores.

Lloc: ATENEU BARCELONÈS
Carrer de la Canuda, 6. Sala d'Actes. 19:30 hores.
Entrada lliure.


Organitza: ESPAI FREUD
Berlinès, 20.
08022 Barcelona
932116921
espaifreud@gmail.com
http://espaifreud.blogspot.com


LES DEPRESSIONS, UNA “EPIDÈMIA” ACTUAL?

El pronòstic de l'Organització Mundial de la Salut ens adverteix: "S’espera que els trastorns depressius, a l'actualitat responsables de la quarta causa de mort i discapacitat a escala mundial, ocupin el segon lloc, després de les cardiopaties, l'any 2020". Segons les dades de l'OMS: 121 milions de persones pateixen depressió. Tanmateix, aquestes depressions representen una autèntica hemorràgia d'energia i de diners que col·lapsen la societat i que suposen un repte per als polítics de la Salut.

Les depressions reten compte d'aquesta cara fosca de la nostra intimitat contemporània, l’altra cara de la qual és l'ideal de l'èxit i de l'obligada felicitat-per a- tothom.

La depressió és un fenomen de l'època que representa el seu estat d'ànim, és la malaltia del discurs capitalista, com l’anomenen alguns. El subjecte deprimit o malenconiós és aquell que no acaba de trobar el seu lloc en els vincles socials, i així pateix la pròpia desgana, l'orfandat i el desemparament.

La paradoxa que delata aquest exèrcit de deprimits, com a patologia principal del nostre temps, ve a dir el mateix: hi ha un malestar creixent de molts subjectes que sofreixen una espècie de dol interminable, abandonats a la seva sort, o als seus fàrmacs, i al seu silenci en solitud. Hi ha subjectes que no acaben d'estabilitzar-se en una relació envers l'altre amb la seva diferència i les seves marques, per poder tractar el seu símptoma i situar-lo en la pròpia història particular.

Si Freud construeix la seva teoria sobre "El sentit dels símptomes" que es nuen amb l'inconscient, amb el llaç social, als llaços entre pares i fills, en el compromís i els afectes subjectivats, avui podem constatar que -de vegades- poc sentit li queda.

Segons Freud, l'afecte depressiu tradueix la submissió del jo al superjo relacionada amb la culpa. El superjo imposa un sacrifici i en reclama cada vegada més i més. Per a Klein, la depressió està relacionada amb la desesperació per la destrucció dels objectes estimats a causa de la pròpia destructivitat. En termes lacanians diríem que el subjecte deprimit ha renunciat al seu desig i es lliura sense resistències a la inèrcia del sofriment.

Com entendre i tractar aquest flagell del nostre temps marcat per una tristesa tan especial i paradoxal?

A qui encomanar-se?

On trobar algun sentit orientador en l'àmbit personal i col·lectiu?

Aquesta Taula convida als psicoanalistes que, des de Freud i els desenvolupaments posteriors, han teoritzat i tractat les depressions. Els psicoanalistes no pensem en els termes de l'"epidèmia" periodística, tractem cada subjecte un per un, per donar-li un lloc propi i retornar-li la paraula.

dimecres, 18 de febrer del 2009

Una Caja dentro de otra. Por Dante Bertini


Telecinco estrena un nuevo reality show. Lleva por título La caja y, según dicen sus gacetillas publicitarias, se trata de la exhibición televisiva de una serie de "terapias psicológicas personalizadas". En la primera entrega -que para mí será también la última- un familiar (padre, suegro, abuelo) de cuatro de los muertos en el último accidente de Spanair-Barajas, decide prestarse al experimento como primer "paciente" del grupo de seis psicólogos que se supone supervisan este largo y repetitivo programa.
El invento no es nuevo. Cualquiera de los talks shows de la misma cadena tiene como meta hacer que sus nada desprevenidos invitados sufran, insulten, mientan, exageren, confiesen viejas culpas o pidan perdón por ellas, todo esto, de ser posible, entre abundantes lágrimas y sollozos. En La caja consiguen lo mismo y mucho más, aunque, quizás simplemente por abaratar costos, en este programa han decidido eliminar a todos esos desagradables "periodistas" entrevistadores, habitualmente encargados de guisar las carroñas ajenas hasta convertirlas en alimento de masas, dejando sólo una voz que, de no ser femenina, podríamos suponer como la del mismísimo Dios. El engendro, extraído de los anales de la ciencia ficción más premonitoriamente catastrofista (ver La naranja mecánica, Blade Runner, Brazil o las novelas Un mundo feliz, de Aldous Huxley y 1984, de George Orwell, a quien ya plagiaron, girándole el sentido, desde la idea hasta el nombre de Gran Hermano) ha provocado la ira, justa, por cierto, de diversas sociedades y grupos de psicólogos y psicoanalistas, que acusan al programa de intrusismo y se alarman por la manipuladora frivolización de métodos y conceptos inherentes a su profesión.
Ya sea porque no son espectadores habituales de televisión o porque prefieren que las respuestas lleguen directamente de los implicados en el asunto, muchos de ellos se preguntan cómo es posible que haya personas dispuestas a ejercer de cobayas para experimentos que podrían ser más dañinos que beneficiosos para su ya, por lo mostrado y visto en la pantalla, algo maltrecha salud mental.
No creo que sea necesario esperar respuesta alguna de los participantes en el programa. Hay mucha gente necesitada de dinero, ocupación, reconocimiento, fama. Además de eventuales perversiones exhibicionistas, destaparse "frente a toda España" podría hacer bastante más accesible cualquiera de esas metas.
Vivimos tratando de esquivar una crisis que no es solamente económica y que, al margen de caídas y repuntes eventuales, parece propia de nuestra condición humana. Cierta vez, refiriéndose a un famoso personaje histórico y con su ironía habitual, Jorge Luis Borges dijo: ¡Pobrecito! Le tocó una época muy difícil, como a casi todos los hombres.
A finales de los años sesenta, cuando muchos soñábamos con el poder de las flores, Sidney Pollack adaptó para el cine una sombría y dolorosa novela del autor estadounidense Horace McCoy: ¿Acaso no matan a los caballos? (en España: Danzad, danzad, malditos)
Se las recomiendo. En ella podemos ver que, salvo algunos notables inventos tecnológicos, hay muy poco realmente nuevo bajo nuestro impasible y dorado astro rey.

Agradecemos a Dante Bertini su autorización para publicar este artículo de su blog: http://cachodepan.blogspot.com/

dijous, 12 de febrer del 2009

ELISABETH ROUDINESCO EN BARCELONA


INSTITUT FRANÇAIS DE BARCELONA - EDITORIAL ANAGRAMA - ESPAI FREUD


Nos complacemos en invitarle a la presentación de la obra de


ÉLISABETH ROUDINESCO
Nuestro lado oscuro
Una historia de los perversos



a cargo de Román Gubern


El acto se celebrará el próximo jueves 26 de febrero a las 19.30 horas, en el Instituto Francés de Barcelona (C/ Moià, 8)

El acto contará con la presencia de la autora
Traducción simultánea
Con la colaboración de Espai Freud

dilluns, 2 de febrer del 2009

La Caja (tonta), por Paloma Azpilicueta





Como decía un compañero –Paco Gil Anglada–, “se ha acabado Gran Hermano pero el espectáculo debe continuar”. La Caja sería, pues, el enésimo reality, el enésimo programa que practica el estriptís psicológico en la pequeña pantalla. No es algo nuevo. Ha habido, hay y desgraciadamente habrá otros muchos programas que fomentan el exhibicionismo por una parte y el voyeurismo/morbo por la otra, esto es, alguna de las “bajas pasiones” que anidan en todos nosotros. Tampoco creo que sea el primer programa de este orden en que colaboran psicólogos. Pero creo que con La Caja (Telecinco, martes 0.30 madrugada) se ha dado un paso más: no se trata ya de exhibir los propios problemas y las propias miserias, sino de pretender darle a este show un carácter supuestamente terapéutico o “sanador”, “terapia psicológica individualizada” en sus propias palabras, de estimular los efectos curativos del exhibicionismo.
Por otro lado, el programa pretende tener un tono riguroso y profesional al enfatizar en su propaganda que está supervisado por un equipo de psicólogos “inscritos en el Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña”, intentando, naturalmente, sugerir que el COPC avala esta intervención. Todos los psicólogos sabemos que es obligatorio ser miembro del Colegio Profesional para ejercer profesionalmente, pero esta pertenencia no garantiza en sí misma absolutamente nada más que la posesión del título. Y a las pruebas me remito. ¿Cómo puede un psicólogo participar en algo tan contrario a la ética profesional?
¿Desde cuándo la impudicia y el exhibicionismo han solucionado los conflictos psicológicos de alguien?
¿Cuáles son los riesgos a que se expone(n) (a) los “pacientes” al proclamar sus dificultades a los cuatro vientos?
¿Qué consecuencias –seguramente incontrolables– provocará este espectáculo en aquellos que lo contemplen? ¿Qué mímesis inducirá?
¿Qué efectos nocivos producirá esa “divulgación” salvaje de un supuesto tratamiento? ¿Fomentará la magia, la autocuración? ¿Pretende ser una escuela de “aprendices de brujo”?
Al inicio del programa aparecen unas “advertencias” escritas que intentan, de alguna manera, adelantarse a estas objeciones (las citas que siguen no son literales): “[Estas intervenciones] no sustituyen el trabajo continuado con un psicólogo...” Y también: “No intenten poner en práctica estas intervenciones por su cuenta”. Pero estas advertencias suenan más a coartada que a otra cosa.
En fin, creo que es urgente que el COPC aclare lo que –torpemente– intenta sugerir la propaganda del programa: que avala la intervención de estos psicólogos en él. Sabemos que no siempre la actuación de los psicólogos se ajusta a la ética profesional pero, como mínimo, que no se utilice como coartada al Colegio Profesional, que cada uno se haga responsable de sus propios actos y cargue con las consecuencias.

Paloma Azpilicueta
Psicóloga clínica-Psicoterapeuta

Barcelona, 28 enero 2009