dilluns, 2 de febrer del 2009
La Caja (tonta), por Paloma Azpilicueta
Como decía un compañero –Paco Gil Anglada–, “se ha acabado Gran Hermano pero el espectáculo debe continuar”. La Caja sería, pues, el enésimo reality, el enésimo programa que practica el estriptís psicológico en la pequeña pantalla. No es algo nuevo. Ha habido, hay y desgraciadamente habrá otros muchos programas que fomentan el exhibicionismo por una parte y el voyeurismo/morbo por la otra, esto es, alguna de las “bajas pasiones” que anidan en todos nosotros. Tampoco creo que sea el primer programa de este orden en que colaboran psicólogos. Pero creo que con La Caja (Telecinco, martes 0.30 madrugada) se ha dado un paso más: no se trata ya de exhibir los propios problemas y las propias miserias, sino de pretender darle a este show un carácter supuestamente terapéutico o “sanador”, “terapia psicológica individualizada” en sus propias palabras, de estimular los efectos curativos del exhibicionismo.
Por otro lado, el programa pretende tener un tono riguroso y profesional al enfatizar en su propaganda que está supervisado por un equipo de psicólogos “inscritos en el Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña”, intentando, naturalmente, sugerir que el COPC avala esta intervención. Todos los psicólogos sabemos que es obligatorio ser miembro del Colegio Profesional para ejercer profesionalmente, pero esta pertenencia no garantiza en sí misma absolutamente nada más que la posesión del título. Y a las pruebas me remito. ¿Cómo puede un psicólogo participar en algo tan contrario a la ética profesional?
¿Desde cuándo la impudicia y el exhibicionismo han solucionado los conflictos psicológicos de alguien?
¿Cuáles son los riesgos a que se expone(n) (a) los “pacientes” al proclamar sus dificultades a los cuatro vientos?
¿Qué consecuencias –seguramente incontrolables– provocará este espectáculo en aquellos que lo contemplen? ¿Qué mímesis inducirá?
¿Qué efectos nocivos producirá esa “divulgación” salvaje de un supuesto tratamiento? ¿Fomentará la magia, la autocuración? ¿Pretende ser una escuela de “aprendices de brujo”?
Al inicio del programa aparecen unas “advertencias” escritas que intentan, de alguna manera, adelantarse a estas objeciones (las citas que siguen no son literales): “[Estas intervenciones] no sustituyen el trabajo continuado con un psicólogo...” Y también: “No intenten poner en práctica estas intervenciones por su cuenta”. Pero estas advertencias suenan más a coartada que a otra cosa.
En fin, creo que es urgente que el COPC aclare lo que –torpemente– intenta sugerir la propaganda del programa: que avala la intervención de estos psicólogos en él. Sabemos que no siempre la actuación de los psicólogos se ajusta a la ética profesional pero, como mínimo, que no se utilice como coartada al Colegio Profesional, que cada uno se haga responsable de sus propios actos y cargue con las consecuencias.
Paloma Azpilicueta
Psicóloga clínica-Psicoterapeuta
Barcelona, 28 enero 2009
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1 comentari:
Todo está muy bien dicho. Lo único "bueno" de todo esto es que parece como si la comunidad psicoanalítica, a veces tan silenciosa, se hubiera decidido a intervenir y a salir a la arena de este país que tanto necesita esa escucha y esa palabra. Y también si, de rebote, empezáramos a pedir algo de ética en nuestras televisiones, plagadas de basura...
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